Mandalay sobre ruedas

La ciudad de Mandalay no deja de ser eso, una ciudad; desde mi punto de vista es mas bonita que Yangón pero tampoco tiene nada de especial, a menos que te vayas por las afueras. Nosotras tuvimos la suerte de hospedarnos en casa de Bernie, nuestra coach en Mandalay, una chica magnífica que abre las puertas de su casa a todos sus vecinos. Definitivamente fue una de las mejores experiencias en Myanmar.

El día de llegada a Mandalay fuimos directamente a casa de Bernie y nos quedamos un poco de relax que ya tocaba. Cenamos con algunos de los vecinos y Azia y Alex, dos surfers con los que coincidimos en la casa.

El domingo, después de tanto tiempo, nos fuimos de BBQ!!! Bernie nos invitó a casa de sus amigos (una pareja que viven en Myanmar desde hace 4 años) donde conocimos más de 30 personas de diferentes partes del mundo, eso sí, todos ellos profesores en una escuela local. Ese día tuvimos la oportunidad de conocer diferentes historias, experiencias y opiniones, diferentes situaciones y motivaciones que les han llevado a vivir en esta ciudad; me pasaron mil pensamientos por la cabeza, pero sobre todo una gran envidia y admiración.

 

 

 

 

 

 

Esa misma tarde, cogimos la moto y nos dirigimos al punto de encuentro, cruzando los dedos para que nuestros amigos y compañeros de viaje estuvieran ahí.

Ahora ya éramos como dos birmanas más circulando por las calles de Mandalay, que peligro!! Esa mañana habíamos alquilado la moto para tres días, fue entonces cuando tuve mi primera experiencia y primera caída en moto jeje fue una caída tonta así que todo se quedó en un susto, pero desde ese momento Raquel pasó a ser la conductora oficial durante el viaje:P

Torre del Reloj, Mandalay, 7pm. Momento del reencuentro!! Afortunadamente todo salió como habíamos planeado y pudimos encontrarnos de nuevo con el grupo! Así que un vez estuvimos juntos de nuevo fuimos a tomar unas cervezas mientras organizábamos la ruta de los siguientes días.

Sagaing y Amarapura

El resultado de ese día no fue el esperado. Salimos por la mañana y fuimos a Sagaing donde supuestamente íbamos a subir a la colina de Sagaing; es otra ciudad tan fea que se nos quitaron las ganas de subir (aunque he leído buenos comentarios sobre las vistas que ofrece el monte). Comimos algo y nos dirigimos a Amarapura, donde se encuentra el famoso puente U-Bein; habíamos pensado esperar tranquilamente para ver la puesta de sol pero de nuevo otra gran sorpresa, había tantos turistas que enseguida me empecé a agobiar. Ya contaba con que no íbamos a estar solos ni mucho menos, pero eso era demasiado, y es que ya podías intentar sacar las fotos que quisieras que era imposible diferenciar las personas del puente… ni Raquel ni yo aguantamos más de 10 minutos así que decidimos volver a casa antes de que oscureciera, mientras el resto decidieron quedarse un rato más.

Cascadas de Pyin U Lwin

Con el culo cuadrado después de casi 2 horas de trayecto en moto tuvimos que aparcarla y seguir a pie para poder llegar a las cascadas (si se viene de Mandalay encontrarás un cruce a mano izquierda justo antes de llegar al pueblo de Pyin U Lwin, está señalizado así que es fácil de encontrar); fue un camino de unos 30 minutos de bajada, bastante más de lo que me esperaba pero valió la pena. A pesar de que el agua estaba helada pudimos darnos un baño muy refrescante:)

Lo mejor es que éramos casi los únicos, nos cruzamos con cuatro turistas que bajaron para hacer un par de fotos y dos o tres locales que también se dieron un chapuzón.

Amanecer en U-Bein, segundo intento

Como quedamos muy decepcionadas cuando fuimos a Amarapura por primera vez, Raquel y yo decidimos pegarnos el madrugón y plantarnos en el puente de U-Bein de nuevo para poder ver el amanecer tranquilamente, y que gran decisión!! Aunque fue un día nublado y no vimos un amanecer espectacular, tuvimos el puente solo para nosotras y pudimos disfrutar de una gran tranquilidad.

Después del gran esfuerzo nos merecíamos una recompensa así que fuimos en busca de unos “chapatis” (una especia de crepes típicas del país) para desayunar.

Esa tarde decidimos quedarnos en casa y disfrutar de la compañía de Omá y los niños. Ese día tocaba sesión de peluquería y maquillaje!

 

 

 

 

 

 

Por la noche nos tomamos unas cervecitas en el porche de casa junto con Azia y Alex y después a dormir pronto que el día siguiente tocaba madrugón otra vez.

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